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Adolfo Paz: «El futuro de la sanidad animal pasa por hacer un uso racional de los antiparasitarios y fomentar la prevención»

Adolfo Paz es investigador del Departamento de Patoloxía Animal del Campus Terra
Adolfo Paz es investigador del Departamento de Patoloxía Animal del Campus Terra
En la actividad científica de Adolfo Paz, docente e investigador del Departamento de Patología Animal del Campus Terra, confluyen elementos tan relevantes como parasitología, zoonosis y salud pública

El uso sistemático de antiparasitarios en ganadería durante las últimas décadas, entre otras cosas, ha preparado el terreno para el florecimiento y consolidación de lo que hoy es unos dos retos más acuciantes a los que nos enfrentamos: la resistencia antiparasitaria.

Por eso, explorar nuevas vías que promuevan un uso racional de estos medicamentos se vuelve crítico para poder crear estrategias efectivas de control biológico. Algo que Adolfo Paz Silva lleva años poniendo en práctica.

Docente e investigador del Departamento de Patoloxía Animal del Campus Terra y Coordinador del Grupo de Investigación COPAR (Control de Parasitos en animales y personas: diagnóstico, prevención y tratamiento), hoy recorremos a su experta voz para conocer, de primera mano, el estado actual y los retos a futuro de materias tan significativas como la parasitología, el diagnóstico de zoonosis y la salud animal. 

-El grupo COPAR, que usted coordina, ha desarrollado numerosas investigaciones orientadas al diagnóstico fiable de parasitosis mediante técnicas de inmunodiagnóstico. ¿Cuáles diría que han sido los principales avances en este campo y qué retos están aún por resolver?

-Nosotros empezamos a trabajar en esto en el año 2002. El objetivo era intentar llenar ese vacío que existe entre el momento en el que los animales o las personas se infectan por un parásito del hígado, Fasciola hepatica, y cuando comienzan a mostrar signos de esa infección.

Ese lapso temporal es muy importante, ya que permite evitar el desarrollo de lesiones o alteraciones. Como no había técnicas disponibles por aquel entonces, nuestro equipo decidió aplicar técnicas de inmunodiagnóstico.

Los principales logros estuvieron relacionados con trematodosis en enfermedades que afectan al hígado de las vacas como la fasciolosis o la dicroceliosis. De hecho, tuvimos algunas aproximaciones a empresas privadas del centro de Europa que querían desarrollar un kit comercial.

Nosotros permanecemos en este campo con el inmunodiagnóstico de enfermedades en caballos, enfermedades que también afectan al hígado y que incluso pueden provocar una encefalitis hepática por la acumulación de sustancias tóxicas, que llegan a afectar al comportamiento del animal. En este aspecto, cada año recibimos entre 30 y 40 muestras de veterinarios clínicos de toda España. 

-Gran parte das sus investigaciones han estado centradas en parasitosis que afectan tanto a animales como a humanos. ¿Hasta qué punto la interdisciplinariedad entre veterinaria y salud pública es hoy fundamental en la investigación de zoonosis?

-Ahora se habla mucho del concepto de One Health, en el que conviven estrechamente la salud de las personas, de los animales, del medio ambiente… Y, realmente, es la única manera que tenemos para poder avanzar.

Empezando por el hecho de que las personas también podemos transmitirles enfermedades a los animales. El término zoonosis tiene una connotación bastante antropocéntrica. Entonces, es fundamental la interrelación entre ámbitos de conocimiento para que nuestras investigaciones sean realmente eficaces.

Un ejemplo muy fructífero que está dando muy buenos resultados es la colaboración que mantenemos con el Servizo de Epidemioloxía de la Consellería de Sanidade (Xunta de Galicia), en la Red Gallega de Vigilancia de Vectores, porque está permitiendo conseguir información muy interesante y útil sobre las especies de carrachos presentes en Galicia, que sirve para que ellos estén preparados y puedan tomar las medidas pertinentes, y también para tranquilizar a la población.

Hace 6 años descubrimos la presencia de una carracha (Hyalomma marginatum) que transmite la fiebre de Crimea-Congo. Lo pusimos en conocimiento del Servizo de Epidemioloxía de la Consellería de Sanidade y, al poco tiempo, le dieron difusión y tomaron medidas para que los médicos conociesen el tema y supiesen, por ejemplo, los síntomas que presentaría una persona con esa enfermedad, qué hacer...

-Mencionaba una mayor sensibilidad para alcanzar las metas propuestas por el concepto de ‘One Health’. Debemos trabajar mucho en este campo y crear esa interdisciplinariedad porque, al final, va a mejorar la salud pública, la animal y, en última estancia, el bienestar de todos, ¿es así?

-Efectivamente. Además, los funcionarios públicos nos debemos realmente a la población (o así tenía que ser). Y en estos momentos estamos asistiendo a un auge de la colaboración ciudadana, lo cuál es muy positivo. Pero también hay que saber medir y encontrar el equilibrio: hay que reducir os niveles de alarmismo.

-Cambiando un poco de tercio, el desarrollo de métodos de control sostenible basados en hongos filamentosos saprófitos supone una alternativa innovadora a los tratamientos convencionales. ¿Qué ventajas ofrece este enfoque frente a los antiparasitarios clásicos?

-En el medio, mientras no aparece la mano del humano, que lo modifica todo, suele estar el conjunto conviviendo en equilibrio: patógenos y antagonistas de patógenos están en equilibrio. Los caballos o las vacas en el monte no suelen tener graves problemas de enfermedades (más bien hambre), gracias a lo que se conoce como la adaptación.

Cuando este mecanismo se desequilibra es cuando aparecen las enfermedades. Y nosotros lo que proponemos es la aplicación de estos hongos, que normalmente se encuentran en el suelo o aparecen en las frutas que se estropean, para que disminuya la presencia de parásitos, ya que los atacan. Y lo hacen por asegurarse una nutrición: es un mecanismo que favorece su supervivencia.

Hay multitud de parásitos que se encuentran en el suelo, en concreto en forma de huevos o larvas, por ejemplo. Y estos hongos saprófitos los comen, disminuyendo el riesgo de infección y permitiendo una desparasitación menos frecuente porque no es necesaria.

Por otro lado, en cuanto a la calidad de los alimentos, queda totalmente asegurada. No se tiene que esperar a que se cumpla el período de supresión. Además, otra ventaja de la aplicación de estos hongos es que no persisten en el medio, porque sirven de alimento a otros organismos (ácaros, nematodos, lombrices...). En definitiva, es una metodología preventiva: se evita así que se desarrollen parásitos en el suelo y se evita también el riesgo de infección en animales, y de este modo, también en personas, es decir, se mejora el medio y se actúa en favor de animales y personas (One Health).

El Grupo COPAR está usando vacas como centinelas para monitorizar riesgos de infección en humanos
El Grupo COPAR está usando vacas como centinelas para monitorizar riesgos de infección en humanos

-Varias de las líneas de investigación del grupo COPAR han dado lugar a patentes y colaboraciones con empresas nacionales e internacionales. ¿Cómo valora la transferencia de conocimiento desde la Universidad al sector productivo?

-Gran parte de las experiencias que hemos tenido tanto a nivel nacional como internacional se deben, precisamente, al excelente trabajo de las personas da Área de Valorización y Emprendimiento de la Universidade de Santiago de Compostela.

Tienen muchísima ilusión por hacer cosas, hablando ya desde la dedicación personal. Es un personal tremendamente válido y, además, muy generoso con el tiempo. Algo que me gustaría que se hiciera es reforzar esta área, dotarla de más medios para potenciarla y que sigan haciendo el excelente trabajo que llevan haciendo tantos años.

-Unos de los campos más recientes de su investigación es la utilización de animales como centinelas para monitorizar el riesgo de infección en humanos. ¿Qué especies resultan más indicadas para esta labor de vigilancia y cuáles son los parámetros clave que analizan?

-Este tema es muy bonito, la verdad. Aunque, así enunciado, parece que estás aprovechándote de los animales. Pero, realmente, no es así.

Hay una serie de enfermedades que se transmiten a través de lo que se denominan vectores, como pueden ser los carrachos o los dípteros. Por otro lado, hay animales que pueden estar expuestos a determinados virus o bacterias, pero que no desarrollan la enfermedad. Con todo, si estos vectores pican a personas, se desarrollan.

Nosotros utilizamos sobre todo caballos y vacas que están en zona rural o en la montaña, precisamente porque a ciertas especies de vectores les gusta estar lejos de la población. 

¿Qué hacemos con ellos? Recogemos muestras de sangre y las analizamos. Así, aparte de confirmar que el animal está bien, buscamos la presencia de anticuerpos que nos puedan indicar si o animal estuvo expuesto o no. Una vez tenemos toda esa información, se la transmitimos a la Xunta, indicando la presencia de cierto vector en cierta zona para poner en alerta a las autoridades pertinentes.

Entonces, y retomando lo que comentaba al principio, se establece una relación muy bonita con los centinelas: ellos no sufren en absoluto y nosotros podemos solicitar información muy valiosa. Muy útil tanto para velar por la salud de estos animales como por la nuestra.

-Actualmente, el control de infecciones parasitarias también se enfrenta a un nuevo desafío: la creciente presión por limitar o uso de antiparasitarios químicos en producción ecológica. ¿Qué papel pueden desempeñar sus líneas de investigación en este nuevo escenario?

-Esto guarda mucha relación con lo que comentaba antes de la sostenibilidad y el control biológico. Va a ser el futuro porque va a ser algo obligatorio, como está ocurriendo con los antibióticos. 

Me gustaría destacar que existe un concepto erróneo en cuanto al control biológico, y es que en ningún momento se intenta eliminar completamente el tratamiento sobre el animal. Todas estas pautas van a reducir el riesgo, van a reducir la presencia de patógenos en el suelo, no eliminarlos por completo.

Nosotros, con los hongos, utilizamos a los animales como vehículos. Elaboramos galletas o gelatinas que los animales se comen y, posteriormente, de las heces salen las esporas de los hongos que no se pudieron reproducir dentro del organismo ya que no se dan las condiciones necesarias.

Entonces, si ese animal está parasitado, no se va a curar por muchos hongos que le proporciones. Se necesita siempre un tratamiento, pero la clave está en reducir la frecuencia de los tratamientos.

Para eso, estamos trabajando en protocolos integrados que, además de curar la infección, evitan una nueva infección o se propicia que esta se produzca lo más tarde posible gracias al añadido de los hongos. Esta línea nos ha llevado a firmar un acuerdo con un grupo de empresas de Colombia, Perú y la República Checa en las que se está estudiando la aplicación de estos hongos.

En conclusión, creo que esto es el futuro: un uso racional de los antiparasitarios sin suprimirlos por completo, sino aplicarlos después de análisis que muestren su necesidad.

-Por último, y mirando al futuro, ¿cuáles son las principales líneas estratégicas que su grupo de investigación se disponen a desarrollar en los próximos años en el ámbito de las parasitosis zoonósicas y el control biológico?

-En relación a esta línea de los hongos, creemos que estamos bien asesorados y que en breve va a trascender: no tenemos que seguir empujándola porque ya avanza sola.

Ahora mismo estamos dedicando nuestros esfuerzos a nuestro propio grupo, ya que hace poco entró sangre nueva y necesitamos que adquieran responsabilidades. Dentro del grupo estamos impulsando o estudio dos vectores. Estamos muy contentos con la RegaViVec (Xunta de Galicia) en lo que se refiere a los carrachos. La financiación de la Diputación Provincial de Lugo (Área de Rural, Vicepresidencia) nos ayudó a identificar por primera vez en Galicia una especie de Aedes japonicus.

Necesitamos apuntalar bien esta red y que la gente que entra nueva sepa que su trabajo es muy importante. Gracias a ese convenio que tenemos con el Sergas que comentaba anteriormente, todos los días recibimos carrachos extraídos en los centros de salud por los médicos de familia. Algo que redunda, de nuevo, en el concepto de One Health.

Otra línea de investigación que estamos impulsando es la monitorización de la salud de los centinelas. Ya que realizamos extracciones de sangre, aprovechamos para ver sus parámetros e identificar enfermedades, ya sean zoonosis o no. Además, dado que los propietarios de estos animales colaboran, nosotros también les devolvemos el favor, indicándoles, por ejemplo, si su ganado tiene los glóbulos rojos bajos o, si está parasitado, proponiéndoles una estrategia de actuación.

Finalmente, también estamos trabajando en el ámbito del bienestar. El estado inmunitario define en gran parte si una infección progresa o no. Por tanto, si el animal está contento porque sus condiciones vitales son mejores, tendrá mejor respuesta a las enfermedades. Y, en definitiva, si ellos no padecen las enfermedades, nosotros tampoco las padeceremos.

Los contenidos de esta página se actualizaron el 17.07.2025.