María do Mar Pérez: «La crisis demográfica del rural gallego no es un problema: es un síntoma»

La sangría demográfica que sufren desde hace muchas décadas las zonas rurales de Galicia se constituye como uno de los retos más acuciantes a los que se enfrenta nuestra sociedad. Sus consecuencias nos afectan a todas y todos, y llevan siendo palpables desde hace muchos años.
Pero más que una ‘enfermedad’ de la que adolece nuestro territorio, debemos percatarnos de que esta crisis demográfica es un ‘signo clínico’ que responde a una realidad hostil. Una realidad que se combate, entre otras cosas, con políticas de Desarrollo Rural eficaces. Algo que María do Mar Pérez Fra, nuestra entrevistada de hoy, conoce en profundidad.
Su trayectoria científica, centrada en el diseño, desarrollo y evaluación de políticas de Desarrollo Rural, abarca más de tres décadas de trabajo y dedicación que la llevaron a alcanzar hitos que la convirtieron en una de las voces más consolidadas en su campo de conocimiento, como la coordinación en Galicia del Programa de Desarrollo Rural 2007-2013.
Del mismo modo, su carrera siempre estará vinculada al Campus Terra, donde actualmente es Profesora Contratada Doctora en el Departamento de Economía Aplicada y miembro del grupo de investigación ECOAGRASOC.
En esta entrevista echamos mano de la valiosa experiencia de María do Mar Pérez para conocer el verdadero impacto que tienen las políticas públicas en entornos rurales, la importancia de promover la participación ciudadana en la toma de decisiones y el valor de figuras como los montes vecinales en mano común.
-A lo largo de su trayectoria ha trabajado en el diseño y evaluación de políticas de desarrollo rural. ¿Cómo evolucionaron los enfoques de estas políticas en Galicia?
-La política de Desarrollo Rural que se aplica en Galicia viene de la mano de las políticas de Desarrollo Rural financiadas por la UE, dado que la mayor parte de los fondos que se destinan a este campo proceden del Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural (FEADER), del segundo pilar de la PAC.
Teniendo esto en cuenta, cabe destacar que, desde los inicios de los años 90, la política de Desarrollo Rural incorpora a su diseño el concepto de Desarrollo Rural integrado, que contemplaba actuaciones que tengan que ver con el desarrollo y la modernización agraria, pero también incorpora otro tipo de actuaciones relacionadas con una visión más integral de los espacios rurales, como la conservación medioambiental, la diversificación de actividades, la calidad de vida...
Por otro lado, también desde esas fechas se iba prestando una mayor atención al enfoque local, con programas como LEADER, diseñados y aplicados desde una perspectiva local. De hecho, mi tesis versó precisamente sobre este enfoque.
-Su experiencia como responsable de planificación en AGADER le dio una visión práctica de la gestión pública. ¿Qué aprendizajes de esa etapa trasladó posteriormente a su investigación y docencia?
-Fue, sin duda, una etapa en la que aprendí mucho en múltiples aspectos. Normalmente, las personas que trabajamos en temas de planificación política pública desde la universidad vemos solamente una parte de la ecuación, la relacionada con el diseño y la evaluación de estas políticas.
El hecho de tener un puesto de responsabilidad en un gobierno implica vislumbrar la otra parte, la relacionada con la gestión y ejecución de las actuaciones. Esto te permite tener una visión más global de todos los procesos que lleva aparejada la puesta en marcha de políticas públicas para el Desarrollo Rural.
-Participa en el proyecto europeo Rustik, centrado en la sostenibilidad rural. ¿Qué aportaciones clave pretende ofrecer este proyecto para mejorar las políticas públicas en entornos rurales?
-Este es un proyecto muy complejo en el que trabajan multitud de grupos de investigación de distintas universidades europeas. Nosotros, en la actualidad, estamos trabajando de la mano de la Agencia Gallega de Desarrollo Rural.
Concretamente, estamos creando una herramienta de decisión vinculada con un instrumento de intervención definido en la Ley de recuperación de la tierra agraria: las Aldeas Modelo.
En Galicia tenemos más de 30.000 entidades de población. Por lo tanto, desde nuestro punto de vista era una necesidad definir un mecanismo que facilitase las labores de elección de los núcleos sobre los que se pretende actuar. Nuestra herramienta sería, entonces, un sistema de ayuda a la elección de estos núcleos.

-¿En Galicia, por lo tanto, podríamos decir que la complejidad de su campo adquiere una dimensión aún mayor?
-La elevada dispersión de la población es un desafío. El tema del Desarrollo Rural es apasionante: obliga a integrar elementos que provienen de disciplinas muy diferentes y de ámbitos de conocimiento muy distintos.
En el caso gallego, el hecho de poseer un número tan elevado de núcleos de población nos sitúa en una situación bastante especial dentro de la Península Ibérica (Galicia guarda semejanzas con otros lugares del centro y norte de Europa a este respeto). Esas 30.000 entidades de población que comentaba antes suponen más del 40% total de los núcleos que existen en toda España.
Esto, evidentemente, establece un nivel de complejidad importante a la hora de planificar la actuación, y también implica que se precisen más recursos para permitir el acceso a servicios públicos de calidad a las personas que residen en los espacios rurales, por ejemplo.
-Muchos de sus trabajos abordan la interacción entre agroecología, paisaje y alimentación sostenible. ¿Qué papel juegan estos elementos en la transición hacia modelos rurales resilientes?
-A mí, particularmente, dentro de la concepción de modelos rurales resilientes y de los retos a los que se enfrentan, no me agrada hablar, por ejemplo, de crisis demográfica. Sí que es cierto que tenemos niveles de envejecimiento elevados y densidades de población bajas en algunos lugares, pero para mí la demografía no es un problema: es un síntoma.
El problema, entonces, no está en el número de personas que nacen en el espacio rural, sino en el número de personas que se marchan de él. Estos espacios continúan a expulsar población joven. ¿Por qué sucede esto?
El rural gallego adolece de debilidad demográfica porque es percibido como un espacio poco atractivo. Tenemos que cambiar esto. ¿Cómo? Generando empleo y renta y, al mismo tiempo, condiciones de vida adecuadas a parámetros del siglo XXI.
Por otra parte, agroecología, paisaje y alimentación sostenible son conceptos profundamente relacionados y señalan el camino para una transición hacia un modelo más sostenible. La importancia de esta transición está refrendada por el Pacto Verde Europeo que no es más que un conjunto de estrategias que van a dirigir la transición hacia modelos más sostenibles en el conjunto de la Unión Europea.
La transición es hoy un deber y, por lo tanto, me parece fundamental realizar una planificación de ese proceso.
-Dirigió varias tesis doctorales sobre procesos de desarrollo rural. ¿Qué temáticas emergentes observa actualmente entre los jóvenes investigadores del sector?
-Yo destacaría dos en concreto, que además se encuadran dentro de dos áreas que me resultan apasionantes.
Una es la perspectiva de género. Tenemos que introducir a ese 50% de la población en el análisis de los procesos de Desarrollo Rural. No se nos puede olvidar que las mujeres juegan un papel fundamental en las zonas rurales. Me alegra ver que cada vez comienza a ser un proceso más natural el hecho de introducir estas variables en los análisis de estos espacios.
Por otro lado, también detecto un mayor interés en el tema de la gestión de los recursos comunales, y más en concreto de nuestros montes vecinales. Esto es algo esencial en Galicia, ya que el 23% de nuestra superficie está clasificada bajo esta denominación. No podemos diseñar un proceso de Desarrollo Rural de espaldas a prácticamente un cuarto de nuestro territorio.
El empleo de recursos comunales fue fundamental en el modelo de producción agraria tradicional. Hay un importante campo de estudio ahí, y pienso que es algo de lo que podemos aprender lecciones importantes para el futuro.

-Aprovechando su mención de los montes comunales, queríamos referirnos a proyectos como ESMAART o SHERPA, en los que se combinan enfoques sociales y ambientales. ¿Qué importancia tiene integrar la participación ciudadana en el diseño de políticas rurales?
-Una de las conclusiones más relevantes que obtuvimos del proyecto SHERPA es la constatación de que los habitantes de las zonas rurales quieren participar en las políticas que los afectan. Esta necesidad de participación efectiva, de ser realmente escuchados, es algo sobre lo que discutimos mucho durante este proyecto en el que, durante cuatro años, estuvimos trabajando con un grupo de agentes representativos: representantes de la sociedad civil, de la administración y de la investigación.
En este sentido, me gustaría destacar que SHERPA funcionó como una especie de servicio de asesoramiento a la Comisión Europea para el diseño de las futuras políticas rurales y conseguimos que la gobernanza y la participación tuviera un papel importante en los documentos generados.
-En la misma línea, tal y como nos comentaba usted, hay varios proyectos que trabajaron en un modelo de desarrollo rural basado en la gestión comunal. ¿En qué consiste este modelo y cuáles son sus principales logros?
-En primer lugar, me gustaría recordar un dato, y es que en Galicia poseemos muchísimos montes vecinales en mano común, alrededor de unos 3.000. Esto implica la participación de un número muy elevado de ciudadanos, en torno a unos 150.000 gallegos y gallegas, que participan en la gestión de estos espacios.
Los montes en mano común tienen utilidades muy diversas: desde la producción de madera o la ganadería, a la instalación de polígonos industriales o la producción de energía, pasando por los usos ambientales y recreacionales.
Y estos recursos económicos son solo una parte de la ecuación, ya que los montes vecinales son auténticas máquinas de generación de capital social, que es justamente uno de los recursos menos abundantes en las zonas rurales por su deterioro demográfico.
Por lo tanto, uno de los mecanismos más efectivos a la hora de crear sociedad civil y participación son estas entidades
-Desde su experiencia internacional, ¿qué lecciones destacaría de países como Portugal, Brasil o Irlanda para la mejora del sistema rural gallego?
-Hay muchas cosas que vi en estos países y que son muy interesantes para aplicar aquí. Con Portugal e Irlanda, por ejemplo, compartimos muchos elementos en común, y, además, el marco político es el mismo. El diseño de la política de Desarrollo Rural se realiza a partir del mismo marco normativo. Resulta muy interesante pues la comparativa de resultados.
Mas incluso del trabajo realizado en espacios tan lejanos, cultural y geográficamente como el Brasil, surgen aprendizajes interesantes. De hecho, con la colaboración con grupos de investigación de este país tenemos ya dos tesis defendidas sobre gestión comunal con resultados bien interesantes.
Trabajar con grupos de investigación de otros países es siempre enriquecedor. Son profesionales que tienen, por lo general, un bagaje diferente del mío, y que proceden también de áreas de conocimiento muy diferentes. Esto complementó mi formación y me permitió cultivar un vistazo diferente, mucho más rico y con una capacidad de análisis más importante.
-Finalmente, ¿cómo valora el papel del Campus Terra cómo nodo académico para formar profesionales capaces de liderar procesos innovadores en medio rural?
-No existe un único rural, existen rurales muy, muy diversos. El hecho de que este campus cuente con un corpus de investigadores, investigadoras y docentes que provienen de disciplinas tan distintas y que llevan a cabo investigaciones en áreas también muy diversas supone una oportunidad enorme.
En mi caso particular, yo aterricé aquí en 1996 como una economista con un bagaje muy concreto. Yo ya trabajaba en temas de Desarrollo Rural, pero tenía un conocimiento muy parcial, limitado a mi campo. Trabajar aquí implicó que me tuviese que acostumbrar a trabajar codo con codo con ingenieros e ingenieras de montes, agrónomos, historiadores, veterinarios... La tan popular multidisciplinariedad es una realidad tangible en el Campus Terra.
Tenemos áreas de investigación fundamentales para el desarrollo de las zonas rurales y para el futuro de estos espacios, pero aplicadas desde perspectivas muy diferentes. Estar tan próximos acaba por obligarnos a trabajar juntos, lo cual es muy beneficioso para nosotros y también, en definitiva, para el conjunto de la sociedad.