Paulino Martínez: «La acuicultura es la producción del futuro»
Según la última proyección de población humana realizada por la ONU, para el año 2050 se prevé que habitarán el planeta cerca de 10.000 millones de personas, 2.000 millones más que en la actualidad.
Este dato se entiende mucho mejor si va de la mano de otro: para cubrir la futura demanda alimentaria, este incremento de población requerirá aumentar la producción anual de alimentos en un 70% con respecto a los niveles actuales. Sin duda, un reto sin precedentes a nivel global.
En este contexto, la acuicultura se configura como una de las soluciones con más potencial para hacer frente al reto de la alimentación, conjugando conceptos clave como la sostenibilidad, la innovación o la eficiencia productiva.
Esta semana, precisamente, se celebra el Día Mundial de la Acuicultura. Y no hay mejor manera de conmemorar esta fecha que conversar con Paulino Martínez Portela, una de las voces más consolidadas en el panorama internacional de la genética aplicada a la acuicultura y la conservación de recursos.
Catedrático de Genética de la Facultad de Veterinaria del Campus Terra y coordinador del grupo de investigación Acuigen, Paulino Martínez nos habla hoy sobre el papel que puede jugar la acuicultura en la lucha contra el hambre, la evolución del sector acuícola en los próximos años o la importancia que tiene para él la transferencia de conocimiento a empresas y administraciones.
-La acuicultura está relacionada con buena parte de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), si no con todos: erradicación del hambre y la mejora de la salud, el aumento de la sostenibilidad ambiental de los océanos… ¿Es realmente consciente la sociedad de la dimensión de su importancia?
-Lo que percibo yo como consumidor directo de pescado y de molusco es que, en comparación con hace unos cuantos años, la gente compra mucho más pescado de acuicultura. Antes siempre se decía “no, yo quiero pescado fresco”, o “el pescado de acuicultura es de baja calidad”. Entonces, lo que veo ahora es una transformación, por lo menos a nivel de compra.
Creo que la percepción del gran público en estos momentos tiene que ver con la impresión de que están comprado un producto de calidad a un precio, además, mucho más asequible.
Con respecto a los ODS, el grado de conversión en la acuicultura de pienso en carne es de los mejores que hay, lo que la convierte en una producción muy sostenible en todos los aspectos. También cabe destacar que la necesidad de agua es mínima si se compara, por ejemplo, con el vacuno.
Sin duda, desde el punto de vista actual, la acuicultura es la producción del futuro. Se consigue un muy buen producto: sano, seguro y con un precio muy competitivo. A esto se le suma la situación que viven muchos caladeros con los estragos producidos por su sobreexplotación.
Otro punto interesante es la cantidad de especies que se cultivan en acuicultura: estamos hablando de unas 500 en todo el mundo, frente a las 4 o 5 líneas de vacuno o porcino. Nos encontramos en una fase muy interesante dada la enorme diversidad de especies con un gran potencial para ser producidas según distintos niveles de exigencia y de uso de tecnología.
-El grupo Acuigen, al que pertenece, es un referente en genética aplicada a la acuicultura. ¿Cuáles son sus principales líneas de investigación en la actualidad?
-Nosotros tenemos dos líneas de investigación vinculadas a la acuicultura: una de ella tiene que ver con la gestión de las pesquerías y su sostenibilidad, mientras que la otra guarda relación con la mejora de las producciones en cultivo.
Somos líderes en peces planos, como el rodaballo y el lenguado, pero también trabajamos con otras muchas especies en el Mediterráneo, como la dorada y la lubina. De hecho, las principales empresas del Mediterráneo trabajan con nosotros, y también estamos trabajando con equipos de Centroamérica.
Es decir, estamos muy abiertos a todos los campos de investigación dentro de la acuicultura y también con los moluscos, dado que últimamente se ha incrementado mucho la preocupación por los moluscos en Galicia por los estragos que están produciendo ciertas patologías. Como ejemplo están el berberecho, que ha desaparecido prácticamente por culpa de la Marteilia, y la ostra plana, desaparecida por causa de la Bonamia.
Entonces, lo que hacemos fundamentalmente en Acuigen es aplicar herramientas genéticas y genómicas para dar respuesta a las problemáticas que nos plantean tanto las empresas que producen peces como las que producen molusco, así como la propia Xunta de Galicia. De la misma forma, hemos estado coordinando un comité para los recursos genómicos en la acuicultura a nivel mundial con la FAO, entre otras cosas.
-El pulpo es un icono indiscutible de Galicia a nivel cultural, social, etc. ¿Veremos en algún momento al pulpo como una especie con potencial acuícola?
-Tengo mis dudas. Desde hace unos cuantos años que se trabaja con el pulpo, pero nunca hubo resultados tangibles como tal. Es cierto que hace 3 o 4 años, dos grupos de investigación han conseguido sacar adelante la fase larvaria, por ejemplo, y que está siendo aplicada por algunas empresas.
Pero el pulpo tiene un problema adicional, en relación con la acuicultura, ya que es un animal considerado como muy inteligente, y hay controversia alrededor de cuánto estrés se le puede producir al tenerlo confinado en tanques de cultivo.
Creo que todavía falta recorrido para poder mantener una producción sostenible y viable a nivel comercial.
-En proyectos como Resalber se investiga la resistencia del berberecho a la salinidad. ¿Qué retos científicos supone este tipo de investigaciones?
-En Resalber estamos evaluando la tolerancia a la salinidad porque con el contexto de cambio climático que vivimos en la actualidad, debido a las lluvias torrenciales de primavera o invierno se genera una bajada drástica de la salinidad en el fondo de las rías, que es donde se alojan importantes bancos de moluscos. Y este fenómeno produce mortalidades masivas.
Concretamente, estamos trabajando con berberecho en Galicia, pero también con la almeja japónica en un proyecto a nivel europeo. La idea principal es ver si existe un componente genético importante que se pueda explotar para conseguir líneas más tolerantes a las caídas de salinidad. Y, efectivamente, vemos que sí que hay una heredabilidad para este carácter.
-¿Cómo se traslada la investigación básica en genética de poblaciones a soluciones prácticas para el sector acuícola y las comunidades costeras?
-Con la investigación en genética de poblaciones podemos identificar como está estructurada genéticamente una población y reconocer las variaciones genéticas que sirven para adaptarse a condiciones ambientales locales, lo cual resulta muy útil para los diferentes sectores acuícolas a nivel no solo local, sino internacional.
-Usted ha publicado más de 230 trabajos científicos. ¿Cuál considera que ha sido su contribución más relevante para la comunidad científica y para el sector productivo? ¿Se quedaría con una específicamente o citaría varias de las que se siente especialmente satisfecho?
-La primera que se me viene a la mente es la de mi tesis doctoral (1993) que hice sobre el nulo impacto de las repoblaciones que se hicieron con la trucha común aquí, y que fue publicada en la revista Aquaculture. A raíz de esta publicación cambió la política de la Xunta y de todas las administraciones españolas en este tema, algo que me parece realmente importante.
Sobre publicaciones más recientes, me gustaría destacar algunas publicaciones que estamos haciendo en relación con los mapas de regulación genética derivados del proyecto europeo AQUA-FAANG. Es decir, que no solamente tiene genes, sino que también regiones que controlan la expresión de esos genes, por lo que su conocimiento es decisivo a la hora de realizar una selección genómica más precisa.
Vivimos en “la era de la genómica”, ya que han bajado los costes de la secuenciación y de todas las tecnologías en general, lo que nos permite profundizar en nuestras investigaciones a niveles nunca conocidos.
-La transferencia de conocimiento a empresas y administraciones es uno de los pilares de su trabajo. ¿Qué ejemplos destacaría de colaboraciones exitosas en este ámbito?
-Particularmente destacaría la genética de la conservación de los recursos naturales. Nosotros hemos orientado a todas las administraciones de España, en prácticamente todas las Comunidades Autónomas, en la gestión de la trucha común.
Por decirlo de alguna manera, hemos colaborado en las políticas para la gestión de los recursos naturales en España.
Desde el punto de vista empresarial, tenemos un vínculo muy estable con las grandes empresas de peces como Pescanova, Solt Sea Farm u Ovapiscis. El valor que tiene la selección genética es su stock de reproductores, cuyas características se modelan en cada generación según las necesidades del mercado.
Además, últimamente estamos trabajando mucho con moluscos, pero con la intermediación de la Xunta en este caso dado que es un sector minorista con mucha actividad de cofradías, lo que implica trabajar también con menos recursos.
-Mirando al futuro, ¿qué avances cree que marcarán la próxima década en la genética aplicada a la acuicultura y a la conservación de recursos?
-Desde el punto de vista técnico, de aquí a 10 años no solamente se va a conocer la secuencia completa de los nucleótidos, sino también qué genes ocupan cada posición y cuáles son los elementos reguladores que controlan que ese gen se encienda o se apague. Ya estamos viendo grandes avances en el conocimiento de lo que se llama pangenoma.
Por otro lado, desde el punto de vista de la evolución de la acuicultura per se, está claro que nos movemos hacia la sostenibilidad, tanto en términos de elección de especies herbívoras o frugívoras que tengan un menor impacto medioambiental, como la sustitución de dietas por elementos vegetales.
Y por otro lado está también el reto de las patologías. Hay mucho trabajo por hacer aún, pero, por suerte, tenemos unas herramientas cada vez más potentes que nos permiten abordar estos retos.