Antonio Rigueiro: «Los sistemas silvopastoriles siguen siendo una técnica importante para mejorar el rendimiento económico, social y medioambiental del monte»

Incendios forestales, degradación de los suelos, cambio climático, despoblación rural, pérdida de biodiversidad... Los retos a los que se enfrenta el monte gallego en la actualidad distan mucho de ser pocos. Y la magnitud de sus consecuencias se hace cada vez más patente.
Por eso, fomentar el desarrollo de métodos de gestión sostenible del monte, como son los sistemas silvopastoriles correctamente planificados, se torna imprescindible. Y pocas personas conocen tan bien esta realidad como Antonio Rigueiro Rodríguez.
Catedrático emérito del Departamento de Producción Vegetal y Proyectos de Ingeniería del Campus Terra y actual presidente de la Asociación Forestal de Galicia, Antonio Rigueiro posee una pasmosa trayectoria científica y académica que abarca más de cuatro décadas de excelencia, dedicación y puesta en común de un conocimiento con un valor incalculable.
Hoy echamos mano de su experta voz para comprender qué beneficios puede aportar el silvopastoralismo a nuestros montes, cuál es la situación actual de las políticas forestales de Galicia y como evolucionó la investigación en agroforestería en los últimos años.
-Tras más de cuatro décadas de trayectoria académica, ¿cómo evolucionó su visión sobre el papel de los sistemas silvopastoriles en la gestión sostenible del territorio?
-Los sistemas agroforestales en general y, en concreto, los sistemas silvopastoriles, son formas sostenibles de gestión de los terrenos rurales promocionadas por la UE, aunque en la práctica se aplican en mayor medida en otras comunidades autónomas y en otros países.
Los sistemas silvopastoriles evolucionaron con el tiempo, se fueron incorporando razas autóctonas de ganado, contribuyendo estas técnicas a la conservación de los recursos genéticos animales, y también la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías, por ejemplo, con los vallados virtuales o el seguimiento de los animales mediante drones.
En la actualidad, la recesión demográfica en el rural, el envejecimiento de la población y el abandono en muchos casos de la actividad agrícola y ganadera no favorecen la implantación de estos sistemas, salvo honrosas excepciones, pues no hay pastores ni ganado apropiado.
-Usted fue pionero en Galicia en la investigación sobre silvopastoralismo. ¿Qué ventajas ecológicas y productivas destacaría de estos sistemas frente a modelos más intensivos?
-Los sistemas silvopastoriles bien planificados siguen siendo una técnica importante para mejorar el rendimiento económico del monte y para reducir el riesgo de incendios forestales, favoreciendo además la conservación de la biodiversidad y de los suelos y el almacenamiento de carbono, al mismo tiempo que se recupera la figura de pastor, fijando población en medio rural.
Desde el punto de vista económico añadimos la producción animal a la de madera, que no suele disminuir por la presencia del ganado, y mejoramos también la producción de algunos productos forestales no madereros, como las setas.
-En su grupo de investigación abordan cuestiones como la biodiversidad vegetal, el cambio climático y la prevención de incendios. ¿Cómo se integran estas líneas en una estrategia común para el desarrollo rural?
-Las políticas de la UE y de los estados miembros, en el campo del desarrollo rural, tienden a preocuparse cada vez más por la conservación de la naturaleza, del medio ambiente, de los recursos genéticos y de los paisajes, por la mitigación del cambio climático y la prevención de los incendios forestales... y consideramos y hemos demostrado que los sistemas agroforestales en general y los sistemas silvopastoriles en particular son buenos aliados de cara a alcanzar esos objetivos.
La UE también está apostando por la agricultura y ganadería ecológicas, fijando el objetivo de que en el año 2030 el 25% de los alimentos de origen vegetal y animal procedan de este tipo de agricultura, y los productos ganaderos, fundamentalmente carne, de muchos sistemas silvopastoriles cumplan los estándares de la ganadería ecológica.
-Dirigió más de 25 tesis de doctorado, incluidas algunas de doctorandos internacionales. ¿Qué valor acerca la dimensión global a la investigación en agroforestería?
-La investigación en agroforestería se desarrolló mucho en todo el mundo en las últimas décadas porque los modelos o prácticas agroforestales encajan en la filosofía imperante de sostenibilidad económica, ambiental y social, aprovechando los recursos naturales sin comprometer el aprovechamiento de los mismos por las generaciones que nos sucederán.
Nuestro grupo viene aportando su grano de arena al conocimiento y el avance de estas técnicas, con un reconocimiento a nivel mundial, aunque no abandonamos la transferencia de tecnología a escala local.
-Entre sus múltiples publicaciones, ¿hay alguna que considere especialmente influyente en la proyección del silvopastoralismo a nivel nacional o europeo?
-Como vengo de comentar, el cerca de un centenar de publicaciones en reconocidas revistas de impacto en las que yo figuro como coautor, junto con otras de otros compañeros y compañeras, condujeron a nuestro grupo de investigación a una posición de liderazgo a nivel autonómico, nacional e incluso internacional, a lo que le doy su importancia, de hecho a mi sucesora cómo coordinadora del grupo, a la profesora María Rosa Mosquera Losada, que coordina o participa en muchos proyectos de la UE, recorre el mundo asistiendo a reuniones o impartiendo conferencias por invitación.
Pero yo no me siento menos satisfecho por las numerosas publicaciones firmadas por mí como autor o coautor (libros, capítulos de libros, artículos de divulgación en revistas, artículos de prensa) en los que ponemos a disposición de los agentes del medio rural gallego y de otras comunidades autónomas españolas los avances que vamos consiguiendo para mejorar las técnicas de los sistemas agroforestales y de los sistemas silvopastoriles.

-La transferencia de conocimiento es una constante en su carrera. ¿Qué mecanismos considera más eficaces para que los resultados científicos lleguen realmente al sector agroforestal?
-En Galicia, las gentes del rural son muchas veces escépticas a la hora de reconocer el valor de las innovaciones y, sobre todo, a la hora de aplicarlas en sus explotaciones. No creen hasta que ven, como Santo Tomás.
Por eso yo cuido que una vía eficaz para la transferencia de tecnología en nuestra tierra, sin descartar otras también importantes (reuniones, seminarios, conferencias, hojas divulgadoras...), son las parcelas demostración, tarea que vino aplicando con éxito el Servicio de Extensión Agraria hasta que prácticamente desapareció del campo.
En algunos países las universidades tienen un importante cometido en el campo de la Extensión Agraria, área en la que el Campus Terra cuido que podría implicarse aún más.
-En su actividad docente ha abordado desde la pascicultura a la macromicología. ¿Cómo se logra mantener actualizados los contenidos formativos en un campo tan amplio y en constante evolución?
-En mi caso tuve y tengo la suerte de impartir docencia en temas en los que también vengo realizando tareas de investigación, lo que me obliga a conocer los avances que se van produciendo e incorporarlos en los programas de las materias, actualizándolos.
-Como presidente de la Asociación Forestal de Galicia y miembro de varios órganos consultivos, ¿cómo valora el estado actual de las políticas forestales en Galicia en relación con la ciencia y el conocimiento técnico?
-La verdad es que yo no aprecio una atención importante y directa por parte de las administraciones gallegas en relación con el apoyo a la investigación forestal. Algún Grupo Operativo Autonómico, algunas ayudas de consolidación dirigidas a grupos de investigación forestal, algo que cae a través del campus de especialización, algunos convenios o contratos, alguna financiación de las diputaciones, y poco más.
De la Xunta de Galicia depende el Centro de Investigación Forestal de Lourizán, que fue un centro de referencia en la investigación forestal a nivel autonómico, nacional y mundial, que en la actualidad languidece por la fuga y jubilación de investigadores.
Quiero ver cierta esperanza en un ente privado-público de investigación forestal aplicada que se está gestando y en el que se prevé la participación de la Xunta de Galicia, las universidades, los centros del CSIC, la Estación Fitopatológica del Areeiro, la Fundación Arume (que agrupa industrias forestales, viveros, empresas de servicios, propietarios) ...
-Durante su dirección de la Estación Científica del Courel, ¿qué logros destacaría en relación con la conservación de la flora y el impulso al conocimiento científico en territorios de montaña?
-Durante mi etapa como director de la Estación Científica del Courel en el campo científico destacaría que dedicamos una atención importante al estudio de la macromicobiota (setas). En la serie Cuadernos de la Estación Científica del Courel publicamos el manual Catálogo de la Macromicobiota de la Sierra del Courel, citando más de 500 especies, con novedades para la provincia, Galicia, España y Europa, obra de referencia para los investigadores sobre macromicología en Galicia y en España.
También realizamos muchas actividades de divulgación y transferencia de tecnología, destacando varios cursos de setas comestibles y venenosas y de plantas medicinales, que tuvieron gran aceptación, y los cuatro seminarios “Patrimonio Cultural del Courel”.
-Finalmente, como profesor emérito de la USC, ¿qué mensaje transmitiría a las nuevas generaciones de investigadores que se forman en el Campus Terra con vocación de contribuir a un medio rural vivo y resiliente?
-La verdad es que no son tiempos muy buenos para los investigadores en formación, cuando menos en mi área de conocimiento, Producción Vegetal, porque es un área excedentaria en profesorado y por lo tanto no se convocan nuevas plazas e incluso se amortizan las de profesores o profesoras jubiladas, situación que cambiará en los próximos años, en los que habrá muchas jubilaciones. Las plazas dirigidas a la estabilización de investigadores, vía plazas de profesorado, son escasas.
En ese sentido cuido que los nuevos estatutos deberían incluir fórmulas de estabilización de investigadores además de la vía de convertirse en profesores, es decir diferenciar una carrera investigadora y una carrera docente.
Por otra parte, claro está que el medio rural necesita de la investigación y de la transferencia de tecnología, especialmente en los tiempos de la inteligencia artificial, así que los investigadores en formación del Campus Terra no deben desanimarse, porque, aunque los comienzos a veces no son fáciles el futuro es prometedor.