Julio A. Seijas: «Nos estamos pasando un poco de rosca en algunos ámbitos con tanta divulgación científica»

Con más de cuatro décadas de trayectoria académica e investigadora, Julio A. Seijas Vázquez es una referencia indispensable al hablar de Química Orgánica en el Campus Terra de la USC. Doctor por la Universidad de Santiago de Compostela y con una sólida formación postdoctoral en Oxford, Montreal y Southampton, sus líneas de investigación, centradas en la síntesis de compuestos de interés farmacológico, el uso de microondas en procesos químicos y el desarrollo de líquidos iónicos, lo han situado como una voz autorizada en química sostenible.
En esta entrevista, Seijas repasa con claridad y sentido crítico su carrera, los retos del Campus, la evolución del alumnado y su visión sobre la divulgación científica, sin renunciar a cierta ironía. Desde su contribución pionera en congresos virtuales hasta su labor como coordinador del Grupo de Innovación Educativa GIEQ, sus respuestas ofrecen una visión lúcida sobre el equilibrio entre investigación, docencia y compromiso con el desarrollo del Campus.
-Uno de los aspectos destacados de su trabajo como investigador es el uso de microondas para promover reacciones químicas. ¿Qué ventajas presenta esta técnica respecto a los métodos convencionales?
-En principio, el uso de microondas permite acortar tiempos y generalmente ahorrar energía. Si bien el ahorro energético sólo se cuantifica en procesos a partir de una escala de planta piloto, la reducción de tiempos de reacción es un aspecto fundamental a cualquier escala. Nosotros hemos conseguido rebajar el tiempo de reacciones que duraban 9 días a solo dos horas. Hay gente que sostiene incluso que pudieran tener un efecto específico sobre las moléculas llevando a nuevas reacciones.
Lo que ocurre al hablar de radiación microondas es que no se entiende muy bien qué son. Eso de microondas suena a radiación (radiactividad), pero en el fondo lo único que hacen es orientar las moléculas en la matriz que sea y, al generar fricción, se produce un calentamiento. Con microondas se calienta desde dentro, o sea, que, en vez de calentar el matraz, con la interacción con un disolvente o la misma sustancia se genera calor y se promueven las reacciones. Es así como muchas veces se optimizan los tiempos de reacción.
-¿Y qué aplicaciones tiene a nivel industrial?
-Las microondas se utilizan a nivel industrial para aprovechar los tiempos y ese ahorro energético que comentamos. Existe por ejemplo para secado de maderas, procesado de alimentos o sellado de materiales.
Las microondas son una herramienta que está muy desarrollada a nivel industrial. Por citar un ejemplo, el ahorro de energía es mucho mayor que en un calentamiento en hornos convencionales por infrarrojo, que es otro tipo de radiación electromagnética.
-¿Cuál considera que ha sido su contribución más innovadora dentro de la síntesis de compuestos de interés farmacológico o industrial?
-Ahí voy a darte la respuesta clásica. Todos son hijos y se les quiere igual a todos. Sobre todo, en mi caso ya que los dos miembros permanentes del grupo de investigación estamos casados y Pilar siempre ha sido un apoyo muy importante. La parte de microondas está muy bien, pero he de confesar que le tengo mucho cariño a un tema pequeñito de química orgánica que hicimos Pilar y yo (la también profesora del Departamento María Del Pilar Vázquez Tato) cuando volvimos de Oxford a mediados de los ochenta.
Cuando haces un trabajo como el nuestro, tan exigente tantas veces porque hay una gran cantidad de trabajo experimental, pero también es necesario romperse la cabeza, cuando las cosas salen bien quedas muy satisfecho.
-Ha trabajado con derivados de sales biliares tanto hidrofílicos como lipofílicos. ¿Qué potencial tienen estos compuestos en aplicaciones biomédicas o farmacéuticas?
-Esta parte la hicimos en colaboración con un grupo de Química Física en la que nosotros nos encargamos de la parte de la síntesis de derivados. Estos compuestos tienen un gran potencial tanto a nivel farmacológico como a nivel surfactantes. Un surfactante (o tensioactivo) es una sustancia que disminuye la tensión superficial de un líquido, facilitando la mezcla de sustancias que normalmente no se mezclarían.
En el caso de los fármacos, tienen propiedades muy interesantes para tratar problemas de hígado, por ejemplo.
-También ha participado en investigaciones sobre líquidos iónicos con cationes como BMIM, mostrando propiedades de transporte poco convencionales. ¿qué aplicaciones reales pueden derivarse del comportamiento anómalo de estos sistemas?
-Los líquidos iónicos son, por una parte, un reactivo y, por otra, un disolvente. Son dos facetas fundamentales. Se les llama líquidos iónicos para que quede bonito, (hoy en día los hay que buscar nombres que queden bien) pero no dejan de ser una sal.
No una convencional, como la que usamos para cocinar, sino con otras propiedades. La sal convencional tiene dos partes inorgánicas pero la iónica tiene una parte orgánica que reduce el punto de fusión considerablemente. A los alumnos les decimos que los compuestos iónicos típicos se caracterizan por tener un punto de fusión muy elevado, pero en este caso no se cumple.
En algunos casos como el BMIM y otros, al ser líquidos a temperatura ambiente o a 50-60 grados, se pueden usar como disolvente. Formalmente como disolventes son disolventes orgánicos en un ambiente muy iónico, por tanto, muy distintos frente a los disolventes orgánicos tradicionales, que la mayoría son covalentes polares o no.
Su empleo permite eliminar los disolventes orgánicos volátiles. Los líquidos iónicos usados como disolventes son muy poco volátiles, con lo cual atenúas problemas importantes a nivel industrial. Y además son reciclables, con lo que entran dentro de una categoría en la que nosotros también estamos especializados que es la química sostenible, lo que se conocía antes como química verde.
Nosotros trabajamos las microondas y los líquidos iónicos dentro de esta categorización que es la química sostenible.

-Parecen propiedades muy interesantes…
-Efectivamente. Son reciclables, no contaminan, son más seguros que la mayoría de los disolventes orgánicos... Nosotros además trabajamos líquidos iónicos per se en el marco de una colaboración con un grupo de física que trabaja en las propiedades ópticas de estos compuestos.
Les preparamos líquidos iónicos con metales de transición y ya hemos publicado varios trabajos porque efectivamente tienen unas propiedades ópticas interesantes.
-Usted coordina el grupo de innovación educativa GIEQ. ¿Qué papel cree que juega la divulgación científica en la formación del alumnado preuniversitario y en la promoción de vocaciones científicas?
-Nos estamos pasando un poco de rosca en algunos ámbitos con tanta divulgación científica. La divulgación científica tiene que hacerse de una forma seria. Hay que motivar a la gente, pero sin crear falsas expectativas.
Nosotros hubo una época que hacíamos unas demostraciones con experimentos tipo “El Hormiguero”, aunque más serios y con mucho menos dinero. Pero dejamos de hacerlos, los hacíamos en el salón de actos, y como el riesgo cero no existe, por razones de responsabilidad lo dejamos. Tenían mucho éxito eso sí.
Ahora mismo, entre Tik Tok y Youtube hay mucho irresponsable haciendo “divulgación”. Hay que darle una vuelta de tuerca a esto porque no todo el mundo está capacitado para divulgar.
Eso sí, por supuesto, es importante incrementar el interés de los jóvenes por la vocación científica, si no, mal vamos como sociedad.
-Desde sus inicios como becario FPI en los años 80 hasta hoy, ¿cómo ha evolucionado su enfoque docente y qué cambios ha notado en el alumnado del Campus Terra?
-Los estudiantes han cambiado porque ha cambiado la sociedad. Yo llevo dando clase desde que me incorporé como becario de FPI en 1983, es decir, ya son más de 40 años.
Ahora, a nuestros alumnos les suministramos todo el material digitalizado, pero lo cierto es que la química orgánica no se aprende sólo estudiando “powerpoints y pdfs”. La química orgánica se tiene que escribir y dibujar. No vale con leerla.
Te pongo un ejemplo. No me vale que vean un benceno. Tienen que dibujarlo porque si no, cuando lo tengan que dibujar en un examen se les va a olvidar una de las tres “rayitas” que van dentro del hexágono y ya no va a ser un benceno. Si no estás acostumbrado a dibujarlo con detalle, esto no funciona y así con los mecanismos de reacción y otras cosas de la asignatura.
A veces tengo la sensación de que hay demasiada tecnología y demasiado audiovisual por el medio.
Pero los estudiantes siguen siendo parecidos. Hemos cambiado por los tiempos, pero las dinámicas siguen siendo muy parecidas y yo estoy relativamente satisfecho con mis estudiantes. Podían trabajar más, pero creo que esto es una cosa que siempre diríamos, independientemente de lo que trabajasen.
Quizás sí están un poco más distraídos con tanto Tik Tok y tanta historia de redes sociales [risas]…
-¿Qué papel ha tenido la colaboración internacional, especialmente con universidades de Argelia y de otros países, en el desarrollo reciente de su actividad investigadora?
-Eso entra dentro de la filosofía actual de la química orgánica dentro del Campus de Lugo. La química orgánica en el campus de Lugo pasó de tener 9 profesores a ser dos. Por razones de organización del departamento, en su momento se marcharon todos para Santiago.
En su momento en Lugo hubo una titulación de química que permitía a los jóvenes acceder a una tesis doctoral, pero eso se cerró. Ahora mismo aquí en Lugo es muy difícil captar doctorandos en química orgánica.
Esta colaboración, sobre todo con Argelia, nace de ahí. Captamos estudiantes que colaboran, que tienen interés porque allí no tienen unos medios como los nuestros. Ellos pueden obtener una financiación para la estancia por unos meses y en nuestro grupo de investigación, les damos una visión complementaria y entre todos intentamos sacar adelante estas colaboraciones.
El mayor problema es que no tenemos financiación específica para estas investigaciones y tenemos que conseguir recursos debajo de las piedras. La política de financiación de investigación de la Xunta, a mi juicio, no es acertada. Antes por lo menos había proyectos de investigación a los que podían optar grupos pequeños, pero desde hace tiempo ya solo se dan recursos a los grupos grandes establecidos (vamos lo que se conoce como efecto Mateo) y para ser uno de estos grupos se exigen unos requisitos que resulta muy complicado cumplir si no tienes un grupo numeroso.
-Por su experiencia como miembro del consejo de gobierno y del consejo social de la USC, ¿qué medidas cree fundamentales para fortalecer la investigación en los campus no centrales como el de Lugo?
-La visión desde Santiago está cambiando un poco, pero aún está ahí un poco larvada esa visión de que somos un competidor. Y no es así, somos una extensión.