El paisaje de Galicia es verde y abrupto, surcado por colinas suaves y multitud de ríos, tributarios del Miño, en el interior, y cortos y rápidos los que descienden hacia las costas cantábrica y atlántica. La peculiaridad del poblamiento humano de Galicia, con un alto nivel de dispersión, ofrece la oportunidad de descubrir su geografía visitando multitud de pequeñas aldeas y pueblos. Sus 1.500 km de costa son también diversos, con las angostas Rías Altas, la escabrosa Costa da Morte, y las amplias Rías Baixas.
Más allá de su valor patrimonial y cultural, y su capacidad de atracción turística, el medio natural es en Galicia un elemento clave de su economía, donde la explotación de los recursos pesqueros y forestales, y las industrias transformadoras derivadas, tienen un peso esencial.
A escala urbana, se está realizando un esfuerzo por poner este patrimonio natural al servicio de la ciudadanía, usándolo también como un recurso en estrategias de lucha contra el cambio climático. El Ayuntamiento de Santiago de Compostela, por ejemplo, gestiona 300 hectáreas de zonas verdes, con más de 30.000 árboles, a lo que hay que añadir montañas (Monte Pedroso y Monte do Viso), el entorno de los paseos fluviales del Sar y el Sarela, y las Brañas de Sar. Sumadas a las zonas verdes y bosques que gestionan la Xunta de Galicia y la propia USC en sus campus, hablamos de más de 800 hectáreas de zonas verdes en el entorno de Santiago de Compostela.
Lugo, por su parte, se encuentra dentro de la Reserva de la Biosfera Terras do Miño, la segunda más grande de España, con una superficie de más de 336.500 hectáreas (el 39% de la provincia de Lugo). La ciudad de Lugo ha puesto en marcha, con la colaboración de la USC entre otras entidades, el proyecto Lugo + Biodinámico, para desarrollar una nueva estrategia de planificación urbana, con una gestión innovadora de zonas verdes, para luchas contra el cambio climático.